Tequila añejo.

Vaivenes. lagunas y una espera de catarsis que se hace eterna. Eso es «Una noche en el viejo México» (2013) donde pese a los retardos la gracia innata de Robert Duvall consigue encantarnos para poder sortear la cinta de principio a fin.

Lamentablemente todo el resto de la película y lo que rodea a Duvall sea hace soso y algo exasperante por momentos. Desilusiona la falta de sustancia de algunas interpretaciones y aunque la historia podría haber sido mejor armada, tiene ese toque torpe y juguetón que explotan muchas tramas latinas, y dado el contexto se refugia en esa excusa.

La irregularidad del film puede cansar a varios. Aunque el comienzo promete, el ritmo comienza a oscilar por promesas que al no concretarse terminan perjudicando el balance.

La participación de Angie Cepeda es bastante pobre. Fuera de su habitual belleza no agrega mucho más y se ve forzada de un modo que no encaja. Jeremy Irvine por su parte es la tercera pata del trípode y aunque su rol es predecible, cumple correctamente.

En cuanto a recomendaciones se puede describir como una película calma, de gusto al estilo tequila añejo, de sorbos sopesados donde la calidad apela a la fibra humana, no obstante lo previsible le resta puntos. El protagónico se hace querer por si mismo aunque como eje es casi una oda personal.

Regular. Sólo por Duvall no cae en el limbo.

😐